Víctor Serrano
¿Estuvo
a la altura el estreno de la última temporada de Mad Men? Mucho se ha debatido
sobre esto en diversos blogs y foros. Si algo está claro es que fue un inicio
lento, oscuro, lleno de dudas y de interrogantes sin respuesta… pero no nos
engañemos, Mad Men siempre se ha podido permitir episodios así.
La temporada
pasada nos sumergimos en la caída a los infiernos de Don Draper, y ahí es dónde
nos reencontramos con él en este inicio. Fuera de la agencia aunque todavía
siendo socio, vemos como sus propios compañeros le rehúyen, al igual que su
esposa Megan, instalada en California buscando su gran oportunidad en el cine.
Pero en el fondo, Draper sigue siendo el mismo: busca su refugio en la bebida o
en el sexo con desconocidas, y es en esto último en lo que no está acostumbrado
a recibir un no por respuesta. Maravillosa escena con una magistral Neve
Campbell.
Peggy
es otro personaje que sigue viendo como la vida se le escapa entre los dedos:
se ha dado cuenta de que en esa época los hombres no están dispuestos a
compartir su existencia con una mujer que tiene más éxito en lo profesional que
ellos. Ella ha decidido jugarlo todo a una mano, a su vida profesional, a
ascender, a ser la mejor. Pero todo cambia, y Lou no es Don. Ahora él es su
superior, y no le va a poner las cosas fáciles. Con la llegada de Peggy a la
agencia como secretaria arrancaba la serie, hemos compartido todo su ascenso, y
quizás por ello nos da tanta pena verla derrumbarse al llegar a su apartamento
tras una horrible jornada laboral.
Por
otra parte, no podría finalizar este análisis sin mencionar a Roger Sterling,
que como siempre nos aporta ese humor que tanta falta hace en una serie como
esta; impagable la escena en la que comparte cama con un montón de hippies tras
lo que parece haber sido una gran noche. O a Pete Campbell, también instalado
en California, donde parece haber pasado página tras su divorcio.
¿La
conclusión? Es cierto que no ha sido el mejor episodio de la serie, pero nos ha
situado y, sobre todo, ha situado a un Don Draper que sigue perdido. Está
perdido entre dos zonas horarias, y en ninguna de ellas encaja. Como tampoco
encaja esa puerta de su terraza.
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